martes, 9 de junio de 2015

Él en mi vida (XI)

¡Hey! Estaré un poco ocupada mañana asi que por si no me da tiempo, aqui les dejo ”Él en mi vida XI, XII, XII, XIV, XV y XVI .

Siempre, lo único que le pedía era que me sintiera desde el fondo de su corazón, no con sus manos, no con sus labios, con su alma, con su mirada, en mi aroma, en mi delicadeza, no en mi escenario, sino en el suyo, que se deslizara sobre sus prejuicios, sobre sus caprichos, que sintiera lo que conocía de mi, lo que dejaba en mi y lo que no conocía, en resumen me sintiera a mi, me sintiera suya como yo era y soy.

Sus manos eran mi orgullo, sus manos, sus besos, sus palabras, sus miradas, toda la combinación que era él, podía lograrlo todo en mí.

... Recuerdo la primera vez que hicimos el amor, fuimos a un hermoso concierto que asistía a la ciudad al medio día, disfrute cada tema del mismo, salimos y caminamos tomados de la mano rumbo al parque central dispuestos a seguir planeando lo siguiente en el día, en el camino él no perdía la oportunidad para seducirme y convencerme de estar a solas, moría de ganas de estar con él y es que había algo tanto en su interior como en su exterior que transformaba mi energía y me llenaba de ella, además lo amaba ya con mucha intensidad, él me llenaba de luz, de fortaleza. Después de algo de insistencia, acepté pensando que tal vez era un error, que pensaría lo peor de mí, que me estaba equivocando, era una decisión sagrada estar con él, caminaba nerviosa a su lado, nos trasladamos a un lugar por donde siempre que pasábamos atrapaba mi atención, me causaba curiosidad, no por nada más sino por su fachada exterior, tenia una curiosa construcción; al llegar y cruzar la puerta, mis nervios eran mas evidentes, me dio un beso, me abrazo de la cintura, seguimos caminando hasta la habitación, era un lugar extraño, nunca imagine que era así por dentro, yo llevaba ese vestido rojo y él no podía abrir el vino, fue muy gracioso tanto eso, como el hecho de que mi propio reflejo en un espejo me asustara y él viniera corriendo a mi encuentro dejando la botella de vino a medio abrir... Reímos mucho, nos besamos, charlamos y no daré detalles de lo que sucedió después, solo mencionaré que fue de las cosas más inesperadamente locas que hice, que me lleno de amor y que fue una velada muy bella; salimos de ahí, llovía, regresamos buscando un motivo más para no separarnos aún y fuimos a cenar pizza, los antojos nunca se hacían esperar y volvimos a casa; hubo algunos encuentros más a partir de este, no podíamos resistirnos, era inevitable, después con los años nos volvimos unos especialistas en la cama, muy buenos en el arte de amar, nuestras almas y nuestras energías se entrelazaban a la par, yo diría que perfectamente, ahora cada vez que escucho melodías de Carla Morrison revivo mágicos momentos que creo él también recordará.





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