sábado, 16 de mayo de 2015

La batalla final.

¡Buenas noches mis queridos lectores! Muchas gracias por estar aquí, haber que tal les parece, la verdad es de mis favoritas de lo que he escrito, espero les guste también, saludos a todo el mundo desde mi México. Bienvenidos y aquí les dejo esto...


La guardia armada vestida de gala, aceleró el paso adelantándose rítmicamente, la banda que les abría paso con tambores y trompetas hacía eco en aquella misión, el canto de las aves que revoloteaban en círculos sobre el camino se hacia uno al caminar de aquella muchedumbre.

Y ahí estaba yo, al final de ellos, grité en alto la orden para que se detuvieran y atravesé con mi caballo brioso de coraje para llegar donde pudiera verlo, cuando estuve al frente levanté la mano como señal de que la banda dejara de tocar; cuando el enemigo estaba frente a mi, ordené a mi caballo que se detuviera, relinchando como nunca antes, lo hizo, bajé presurosa y cuando estuvimos frente a frente un silbido se escuchó de su parte, el mismo que escuchaba cuando quería que saliéramos a cabalgar juntos, el mismo que dedicaba a las montañas cuando íbamos a explorar los caminos desiertos.

Y ahí, teníamos que acabar con aquello que guardamos en secreto tanto tiempo, la guardia esperaba mi señal, las antorchas se extinguían con la brisa y nosotros con un odio que no nos correspondía sentir, comenzamos la batalla, furiosos con pasión desenvainada luchamos acaloradamente unos segundos y al mismo tiempo dimos la señal a nuestros acompañantes para enfrentarse.

Mi corazón seguía latiendo pero mi alma sentía que ya se había detenido, que su suave palpitar lo habías vencido con tu ausencia amorosa misma que ahora era sustituida por la presencia de ese repudio que nos convertía a luchar por vivir o morir.

No pudiste más, me miraste a los ojos, te diste la vuelta y dejaste que yo obtuviera el éxito aquella tarde en la que el cielo parecía caer. Di la señal de retirada también, no valía la pena, no era justo, él se había rendido.

Pude sentir cada paso que daba lejos de mi como si fuera arrancando lentamente mi piel, hasta que se dio cuenta, y arrepentido quiso volver a mi encuentro, hacer una tregua, tener victoria los dos, pero un buen hechicero le ganaba a llegar, hizo su papel a lo lejos, gritó con su vara extendida y él corrió a mi encuentro, sus dudas lo desbordaban por completo.

Entre luces brillantes de colores se lanzó a mi cuerpo para tratar de protegerme y esas luces nos envolvieron a ambos, nuestras pupilas se llenaron de miedo y al caer una luz azulada y blanca que cegaba con su intensidad recorrió nuestros ejércitos. 

Horas después todos volvieron a casa heridos por aquel encuentro... Todos, excepto nosotros que aún a cientos de años seguimos juntos en pie mirándonos, tambaleandonos con el viento, dando sombra a los caminantes que atraviesan este campo.




 Totalmente Chica Verde ^.^

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