martes, 19 de mayo de 2015

Desde la orilla (IV)

Por semanas Ximena y Federico salieron a caminar de día bajo la mirada del pueblo y sus pescadores.

La madre de Ximena estaba contenta porque hacía mucho tiempo que ella se la pasaba recluida en casa, no le veía ese brillo en los ojos que se le habia perdido años atrás.

Su vida por los meses anteriores a esto habían sido iguales, estar en casa encerrada la mayor parte del tiempo en su cuarto, salir casi obligatoriamente con Marcela su hermana a la tienda de Don David, volver a casa, y dormir temprano, al menos la madre creía que se iba a la cama temprano; su rostro pálido por fin estaba tomando nuevamente el color dorado que los rayos del sol le regalaban. Y aunque su madre aún no sabía con quien salía, sentía que era muy bueno para ella, también llegaba cantando, le contaba a su hermanita historias que nunca ni su padre ni ella habían escuchado, retomó su hobbie de cuando niña, tomó sus pinceles junto con su juego de pinturas que ya tenia olvidado en el ático y a las paredes blancas de su habitación cada día les plasmaba una parte nueva de dichas historias llenas de color.

La primera vez que Marcela entró se quedó muy sorprendida y lo describió como entrar en otro mundo, que si te acercabas con los ojos cerrados y ya estando frente al dibujo los abrías daba la sensación de poder atravesar la pared y entrar en la pintura.

Cuando Ximena salía, su cuarto era el lugar favorito de Marcela, llevaba sus hojas y crayolas, se sentaba en el piso so de algún cojín y se ponía a tratar de imitar cada trazo de su hermana, quería mostrarle a sus amiguitos del colegio cuantas maravillas le habia mostrado su hermana.

Un día el padre preguntó que quien era el chico con el que Ximena salía y la madre no supo dar una respuesta precisa, así que se dio a la tarea de investigar, después del almuerzo salió a visitar a una de sus amigas y le preguntó si ella la habia visto alguna vez, su amiga le respondió que el muchacho era sobrino de la familia Montiel, unas personas que se habían mudado hace mas de 6 meses al pueblo, que casi nadie los conocía porque vivían a las afueras del pueblo, que antes de eso solo venían de vez en cuando de vacaciones pero que al parecer ya habían decidido residir ahí, que a ella le parecían una familia tranquila.

La madre de Ximena regreso a casa mas aliviada de las dudas aunque pensó en decirle a su hija que quería conocer a su amigo, para lo cual haría una comida especial el día que ella quisiera invitarlo.

Cuando llegó la tarde y Ximena volvió su madre la llamó a comer y le dijo lo que habia planeado, ella se alegró mucho, le agradeció y le dijo que claro que lo invitaría, comió muy contenta esa tarde y después se fue a su cuarto a seguir pintando, cuando terminó, miró desde su ventana las estrellas y dijo sonriendo: — Es verdad, lucen mucho más hermosas desde la orilla.



Totalmente Chica Verde ^.^

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