sábado, 30 de enero de 2016

Hambre de curiosidad.

Yo soy Eva Frankz y admito que me he enamorado un millón de veces, la primera de Antonio, íbamos en primer grado, él era un niño casi blanco y con muchas pecas, tenía unos enormes ojos verdes y cuando corría su piel se ponía rosadita con el calor que generaba, la verdad cuando hacíamos deporte eran las únicas veces que le notaba color, así, en mi camino hubo algunos chicos, no todos se enteraron de que los miraba, pero llegó la preparatoria y bueno, las hormonas al cien, los chicos más feos del pasado parecían haberse transformado y los guapos evolucionado, todos por ahí regados en uno y otro lugar saludandome diariamente, disfrutaba eso, que me notaran, que me invitaran a salir, pero, tenía que enamorarme, esta vez perdidamente, sólo una vez me he enamorado así, la vez que me dejó pensando en que rayos pasaba con Jerry Eferd el chico en cuestión que me traía como idiota, él claramente respondió a mi enamoramiento, pero era un caos, a veces desaparecía por semanas o meses, incomunicado, llegue incluso a pensar que había muerto, lloré varias veces su ausencia, lloré por la imaginaria muerte que cada vez que desaparecía más de lo normal, yo me ponía a imaginar, pero no era así afortunadamente siempre volvía a aparecer.

Jerry era un chico inteligente, no muy sociable, le gustaba encerrarse en sí mismo; la primera vez que lo vi, practicaba baloncesto con sus amigos, yo llegué a encontrarme con mi hermano que videogrababa los enfrentamientos pues quería mejorar su estrategia, entré, lo busqué, subí por las escalerillas de las gradas para acercarme a él, lo saludé y me senté a su lado, guarde silencio, a él no le agradaba que hubiera sonidos extras en sus grabaciones, estaba tan concentrado y me acerqué un poco más a fisgonear, uniforme rojo, no podía pasar desapercibido, piel morena clara, un cabello increíble que volaba sensualmente cada vez que corría o brincaba, un cuerpo atlético y... ¡Oh rayos! Me estaba mirando... ¿Cómo era posible? Acaso lo describía en voz alta, miré a Mario mi hermano, pero no, no lo había descrito en voz alta, Mario me hubiera matado si hubiera echado a perder su grabación, y sólo dijo: "bueno, se acabo, vamonos"... 

¿Vamonos? ¿Ya, a dónde? Miré nuevamente a la cancha y estaban terminando de irse los chicos, pero ¿y Jerry?, no lo veía, sacudí un poco la cabeza, Mario había guardado su cámara en un santiamén, me tomó de la mano y me llevo casi a rastras diciéndome que tenía hambre, y yo tambien tenía hambre, hambre de curiosidad.

Totalmente Chica Verde ^.^

¡Buenas noches lectores! Gracias mil por su compañía, el tiempo me come y no me explico porqué pero aquí ando, no desaparezco, saludos y abrazos mundo entero ^.^

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