lunes, 14 de marzo de 2016

No sé sonreir.



Las personas a veces dan muchas sorpresas, yo misma he dado muchas sorpresas.

La vida me ha llevado de un extremo a otro, pánico escénico, valor digno de una batalla en la que la principal estrategia fui yo misma como una de las piezas más difíciles de ubicar en un rompecabezas.

Libertad de expresión o tener que coser mis labios con una aguja e hilos mentales que no dejen escapar nada aún a pesar del dolor de las heridas de las puntadas de la aguja.

Caminar, detenerme, correr, querer desaparecer o aparecer en más de un preciso momento.

Atar mis agujetas o soltarme el cabello, vestirme o quitarme el sostén con más de un vano pretexto.

Mover un sueño, hacerlo crecer en otro ambiente, subir, bajar, volar y desplomarme en un santiamén y luego volver a soñar.

Me miraba al espejo cada día y cada noche, ubicaba bien mi rostro, no siempre todo estaba en su mismo lugar, el ceño se fruncía a veces, otras la boca hacía muecas muy chuecas, la mirada también cambiaba, algunas veces hubo lágrimas, otras un ligero movimiento de desaire en él, apretando los labios y moviendo un poco el mentón.

Conozco mucha gente, las conozco de pocos y de bastantes años; la mayoría ha cambiado, algunos eran nobles y se volvieron fríos, déspotas o calculadores, otros tantos eran flojos, no hacían nada ni por ellos mismos, ahora son tan activos que ni se les ve el polvo, los soñadores se volvieron realistas, los puntuales impuntuales, algunos se hicieron de una extraña reputación; podría mencionar a cada uno, hay mil casos, pero me he quedado corta, y no sólo eso, pues también ha habido casos que han sido contrarios, pero he aquí solo una mediana idea.

... las personas cambian, florecen, envejecen... Algunas esperan cosas que jamás llegarán aunque se esfuercen mucho, otras no dudarán en tomar las oportunidades que les van saliendo, aunque estas los lleven a laderas oscuras, a perder todo lo realmente valioso, he visto muchas cosas a mi alrededor. 

 A lo largo de mi camino, me han enseñado a bailar, a besar, a jugar, a trabajar, también a rezar, a parrandear, a disfrutar de un sonido, de una caricia, del viento rozandome o de la lluvia mojandome, a mirar detenidamente, a oler una fresca flor, a escuchar cada silencio... pero hay algo que no y eso no lo he hecho desde niña, nunca lo he logrado... Yo, no sé sonreír.

Totalmente Chica Verde ^.^

¡Linda, buena y feliz noche! Gracias por estar aquí, nos leemos en la próxima, saludos mundo entero.

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